miércoles, 10 de octubre de 2007

Cajas de bombones esas grandes desconocidas...


Yo quiero hablar acerca de algo que todos sabemos que existe pero
que nadie conoce lo suficiente: las cajas de bombones. Sabemos
que existen, las hemos visto... pero ¿Cuántas llegamos a abrir? Son
como el cuerpo humano: Sólo las abrimos si es estrictamente
necesario.
No las abrimos porque son un regalo. Ni aunque nuestros hijos
estuvieran aullando de hambre.
Cariño, ya no queda carne de perro en la nevera, y los niños pasan
más tiempo desmayados que conscientes... ¿no crees que ha
llegado la hora abrir la caja de bombones ¿Qué le vas a decir? ¿que
sí?, ¿y si mañana tuvieras que hacer un regalo...?
Son un regalo reciclable. Según nos llega la escondemos en un
armario... además no es necesario abrirla, hemos desarrollado el
oído a tales niveles que simplemente con agitarla ya decimos tate,
bombones, al armario; Y allí se quedan hasta que seamos nosotros
los que tenemos que hacer un regalo.
Las cajas de bombones ni se crean ni se destruyen, se reciclan.
Cuando nos la dan fingimos mucha ilusión. Como si se tratara de
algo que nos hace falta, como unos guantes, una caja de
herramientas... un marcapasos.
Bombones... ¿Quién te lo ha dicho?,... además a esta yo ya le había
echado el ojo, ... menos mal que me la regalas porque tenía
pensado comprármela yo; Pero mientras, ya estás diciendo: "esta se
la coloco a mi hermana por su cumpleaños"
Las cosas cambian si el regalador está presente. En ese caso estás
atrapada, hay que abrir la caja por pelotas.
El ritual: Lo primero es quitarle el papel con todo el cuidado del
mundo. Me tengo que comer los bombones por pelotas, pero al
menos el papel lo regalo.
Somos novatos en lo de comer bombones, nos los comemos con
miedo. No en plan: ¡hala, pa dentro!, No, no. Le damos un
mordisquito... analizamos su sección. No sabemos con qué nos
vamos a encontrar.
Es como la ruleta rusa. Todos los bombones son aparentemente
iguales y tanto te puede tocar el delicioso praliné, como la temida
naranja (pausa) amarga (pausa) confitada.
NARANJA AMARGA CONFITADA ¡¿Qué retorcida mente sin
escrúpulos puede inventar ese sabor?!, NARANJA bueno. Pero
AMARGA y CONFITADA... Pero si la fruta confitada es lo que sobra
de todas las cestas de navidad... ¿Por qué nos empeñamos en
meterla dentro de los bombones?
Eso se solucionaría si se les marcara de un modo especial. Como se
hace con los de licor.
Nadie se la juega con uno que este envuelto en papel rosado, o en
celofán rojo. Ya sabes con qué te vas a encontrar... con el líquido
pegajoso y con la cereza seca. Nadie se los come y todos en paz.
Pero si ustedes son pobres, como yo, lo más parecido a una caja de
bombones que van a ver en sus vidas es la caja de Surtido Cuétara.
La caja de galletas surtidas es como la caja de bombones de las
clases proletarias.
Y la curiosidad es que, en las galletas surtidas, lo primero que
desaparece son ésas que están envueltas en papelillo de color.
Todo lo contrario que en las cajas de bombones.
Ahh..., deliciosas, chocolateadas y abarquilladas galletas. ¿¡ Cómo
pueden estar en la misma caja que una que una galleta de arena!?...
La han visto, ¿verdad? Una galleta que si la miras, parece arena.
Luego la coges y dices :Parece arena, La muerdes y dices Coño,
esto es arena.
Cumplen las mismas funciones, se regalan, se llevan a meriendas...
y sólo se sacan en ocasiones especiales. Por muy mal que vayan las
cosas. Cariño, los niños han empezado a comerse a su hermanos
muertos. No crees que deberíamos...
¿Qué le vas a decir? ¿Qué sí? ¿Y si mañana tuvieras visita?
La visita se va y los niños sólo tienen acceso a las galletas de arena
o a las de cerámica... Pero en su mente hay una meta muy clara: el
piso de abajo. Sí, todos sabemos que hay unas normas: no se pasa
al piso de abajo hasta que no haya desaparecido la última galleta de
arena. Pero los niños tienen sus propias consignas: Muerte a las
galletas de arena, el barquillo para el que lo trabaja.
El hombre tiene esa extraña manía de sacar lo bueno sólo para las
visitas. La Coca-cola, la vajilla buena, las galletas danesas, los
cacahuetes bañados con miel y ligeramente salados. ¿No es un
poco absurdo? Es como si en un momento íntimo con tu marido... te
reservaras el orgasmo por si baja la vecino.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Me parto contigo. Y ese final... Jaja. Buenísimo.

Besos orgiásticos.